“Una salud conservada con una dieta demasiado estricta es una aburrida enfermedad.” (Montesquieu)
El encanto que tiene Los sabores del Palacio es que nos permite transportarnos a una Francia y a un mundo, me permito decir, que se está yendo poco a poco.
En esta película se habla de la cocina de otro tiempo, nos muestra lo más “exquisito” de Francia a través de su comida, y me refiero a la exquisitez de lo simple.
El Presidente de Francia todo lo que quiere es sentir el sabor de la cocina de su abuela y Hortense Laborie es la persona indicada para este requerimiento. Ella fue criada en el campo y sus maestras fueron su abuela y su madre; con el correr de los años la señora Hortense sigue viviendo lejos de la ciudad, en Périgord, y tiene al alcance de sus manos lo mejor del país como las trufas, que tanto gustan al Presidente.
Hortense, además de mostrarse interesada en los gustos de su empleador, observa el plato vacío que vuelve a la cocina, el plato en donde el Presidente comió para ver si lo que ella preparó fue de su agrado. La señora se muestra muy rígida y exigente consigo misma y con la calidad de los productos que debe utilizar pero a su vez tiene un lado tierno y se complementa a la perfección con el joven pastelero que trabaja a su lado.
Lamentablemente en el número 55, de rue du Faubourg Saint-Honoré falta humanidad y sobra protocolo, pero según desde el punto de vista de donde se mire, éste es un lugar donde todo gira en torno a la política y quizás esté bien que así sea; aunque pensándolo bien los políticos trabajan para la gente, por consiguiente trabajan para seres humanos, pero ya sabemos cómo son las cosas, a veces el protocolo y la política no conviven con la humanidad. Y es aquí donde todo se desmorona para la fuerte y eficaz Hortense; ella se acerca al Presidente alguna que otra vez e incluso él baja a la cocina del Eliseo para comer un simple bocadillo pero, como bien dije anteriormente, en el Eliseo se hace política. Y por más que los dos protagonistas, las veces que tuvieron la oportunidad de hablar recordaron viejos libros de cocina, la realidad es otra. Y Hortense la mayoría de las veces se encuentra sola junto a su ayudante. Y si a esto le sumamos la envidia que le tienen desde la cocina central del Palacio por ser ella la cocinera exclusiva del Primer Mandatario y por ser la única mujer que ocupó ese lugar, la soledad es todavía peor. Claro que tampoco ayudan los colaboradores del Presidente que le reprochan el costo de algunos ingredientes sin mirar su calidad ni la dieta que pretenden que el Jefe de Estado haga.
Al inicio de la película vemos a Hortense trabajando unos años después de la historia central, en una isla perdida de la Antártida lejos de París y de la política y a medida que transcurre la historia entendemos exactamente por qué. Como bien dice el director Christian Vincent, tanto Hortense en el filme como la señora Delpeuch en la vida real decidieron alejarse del mundo por cuenta propia. Porque desde el Palacio de la República Francesa no recibía una palabra de agradecimiento a pesar de estar disponible las 24 horas, porque su trabajo era casi anónimo, en cambio en una base situada en una isla de la Antártida perdida en medio de la nada, todos la tuteaban y hasta aplaudían sus platos. (Lo maravilloso es que las escenas situadas en territorio antártico se filmaron en Islandia.)
Componen el cast: Catherine Frot como Hortense Laborie, Jean D’Ormesson como el Presidente, Hyppolite Girardot como David Azoulay, Arthur Dupont como Nicolas Bauvois y Jean-Marc Roulot en la piel de Jean Marc Louvhet, entre otros.
La dirección estuvo a cargo de Christian Vincent y los guionistas fueron Étienne Comar y Christian Vincent.
La historia fue inspirada libremente en el libro escrito por Danielle Delpeuch sobre los dos años que fue cocinera personal del entonces Presidente Françoise Mitterrand.
Debemos destacar que Los sabores del palacio se estrenó al público general el 19 de septiembre de 2012, por aquel entonces el guionista Étienne Comar habló acerca de cómo nació la idea para hacer esta película y contó que desde hacía tiempo que quería realizar un filme que hablara de emociones culinarias y cuando leyó en el periódico Le Monde una nota referida a la cocinera Danièle Delpeuch y de los dos años que transcurrió en el Eliseo como cocinera personal del Presidente François Mitterrand sintió inquietud por conocerla. Contactó a la señora Delpeuch quien lo invitó a un almuerzo dominical en su casa; allí encontró intelectuales neoyorquinos, una periodista especializada en economía, un abogado internacional y, como era de esperar, algunos familiares del Périgord (provincia al suroeste de Francia).
Comar apreció a través de este almuerzo las diversas facetas de la señora: su amor por las tradiciones, un espíritu abierto al mundo y un agudo sentido de la modernidad. Por lo que consideró que se encontraba frente a un perfecto personaje para una película o una novela. Sucesivamente, el guionista contactó al futuro director porque sabía, a través de un amigo en común, que a Christian Vincent le apasiona la gastronomía, además de ser excelente a la hora de tratar con los actores. Conversando, llegaron a la conclusión de que querían hacer juntos un filme centrado en “el poder de la cocina” y, a la vez, “en la cocina del poder”. Así nació Los sabores del Palacio o La cocinera del presidente que, lejos de lo que uno se pueda imaginar, apenas se basa en el libro “Mes carnets de cuisine, du Périgord á l’Élysée”, de Danièle Delpeuch publicado en 1977. El guión, según Comar, es una perfecta mezcla de hechos reales y ficticios, algo así como una novela histórica.
Por último, Étienne Comar cuenta que las escenas filmadas dentro de la cocina del Eliseo fueron realizadas ‘in situ’; ya que consiguieron el permiso para filmar en el mismo Palacio mientras el presidente Sarkozy se encontraba en Cannes en una reunión del G20.
El libro del cual se habla en la película
Es un libro que existe realmente, se trata de “Éloge de la cuisine française” de Édouard Nignon, un cocinero poco conocido para el público en general pero muy apreciado por los grandes chef franceses de comienzos del siglo XX. Fue primero cocinero del Zar, después del emperador de Austria, y, por último, propietario del célebre restaurante Larue en París. La señora Delpeuch le mostró el libro a Comar y a Vincent quienes decidieron incluirlo inmediatamente en su historia.
La importancia de la cocina para el Presidente del filme
Según Comar se trata de una mezcla de gusto personal y de la función que desempeña. Para los presidentes Pompidou, Mitterrand y Chirac la ceremonia de la comida era muy importante, un rito social, una manera de apreciar la verdadera Francia, su geografía, sus productos, su cultura. Cuando en el filme el Presidente dice: “¡Deme lo mejor de Francia!” está demostrando un apego y a su vez un compromiso con la excelencia francesa.
Vincent cuenta que para el presidente Mitterrand era tan importante la cocina que cuando llegó al poder hizo restaurar la del Eliseo y después pidió tener un cocinero personal que viniera del exterior cosa que, como se ve en la película, fue muy mal visto por los cocineros de la cocina central del Palacio.
Los chef detrás de escena
“Era muy importante que las emociones de la cocina se tradujeran en imágenes”, expresa Comar cuando habla de los exquisitos platos que vemos en Los sabores del Palacio, entonces decidieron instalar junto al set de filmación una verdadera y propia cocina en donde se encontraron Gérard Besson, ex chef del “Coq Héron”; Guy Leguay, ex chef del Ritz y Elisabeth Scotto, una experta de cocina colaboradora de la revista Elle.
Tanto el director como el guionista estaban convencidos de que necesitaban que los platos fueran atractivos, bellos y a su vez comestibles. Para ellos esto era parte del suceso del filme.
Por su parte, el director Christian Vincent cuenta que inmediatamente junto con el nacimiento de este proyecto tuvo en mente a la actriz Catherine Frot para el rol de Hortense porque, además de ser una excelente profesional, tiene un perfil que calza justo con una persona de campo y, a su vez, con ser la cocinera personal del Presidente de Francia.
Lo increíble, comentan el director y la actriz, es que ella no sabe cocinar. Se encontró con la señora Delpeuch quien inmediatamente la llevó a hacer compras y le enseñó a cocinar el Coliflor relleno con Salmón que vemos en el filme.
En cuanto al Presidente (sin nombre ni apellido) está maravillosamente interpretado por Jean d’Ormesson (académico, filósofo, hombre de letras y editorialista) quien, a pesar de haber tenido algún inconveniente al inicio del rodaje, no tardó en revelarse como un actor profesional.
Pero quién es la cocinera del Presidente
Danielle Delpeuch nació en Arcueil-Cachan, Francia, en 1942 y, curiosamente, a pesar de venir de una familia donde las mujeres eran excelentes cocineras, ella aprendió después de haberse casado cuando se vio en la necesidad de darle de comer a un marido y a cuatro hijos. Empezó a trabajar a los 32 años por necesidad, cuando tiene la idea de realizar un “fin de semana de foie gras y trufas”, una nueva forma de escuela gastronómica en su propia casa, situada en Borderie (Périgord). El proyecto tuvo un éxito inmediato y tanto cocineros destacados como aficionados comenzaron a acercarse a ella para aprender el arte del foie y de la trufa. A partir de aquí comenzó a viajar a los Estados Unidos de América para dar charlas y clases de cocina, llegó al Eliseo recomendada por el cocinero Joel Robuchon para cumplir con una tarea que desempeñó de manera sobresaliente durante dos años (desde 1988 a 1990) y cuando decidió que era el momento de dejar atrás el stress del Eliseo viajó a la Antártida para trabajar durante catorce meses en un comedor de una base científica donde daba de comer a 50 trabajadores e investigadores, tarea que le permitió reunir el dinero que necesitaba para financiar un proyecto que tenía relacionado con el cultivo de las trufas en Nueva Zelandia.
Los sabores del Palacio o La Cocinera del Presidente es un film totalmente recomendable que podemos ver por Netflix de Latinoamérica; quizás para algunos el título no sea inspirador pero además de disfrutar de lo mejor de la Francia culinaria y de ver que en todos los trabajos se puede sufrir del mal de la envidia, nos encontramos con excelentes actores y maravillosos escenarios. El solo hecho de saber que la cocina que nos muestra el director Christian Vincent es la verdadera del Éliseo me conmueve. Los 95 minutos que dura la película pasan velozmente; eso sí, es recomendable verla después de haber comido porque, sin lugar a dudas, les despertará el apetito.