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American Gods, cuando los dioses bajan a la Tierra

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Muy a pesar de Donald Trump, desde toda la vida los Estados Unidos, bajo su lema de tierra de las oportunidades, han sido un lugar de encuentro de razas y credos. Seguramente ese es el punto de fuerza de los norteamericanos. El otro lado de la moneda nos muestra un país con poca identidad propia. O al menos una que en muchos casos es absolutamente superficial.

Es así como inmigrantes provenientes de todo el mundo, desde los vikingos llegados del norte de Europa, los esclavos africanos, los rusos, los irlandeses, los italianos y muchos otros, llevaron junto con su valija llena de esperanzas sus propias deidades y mitos, compañeros ancestrales de cada pueblo. Odín (el dios principal de la mitología nórdica), Anansi (uno de los personajes más trascendentes de las leyendas de África), Chernabog (la deidad eslava), Anubis (el dios de la muerte del antiguo Egipto), los Leprechaun (duendes irlandeses) o el mismo Jesucristo, entre otros, llegaron a un país que ya contaba entre sus nativos con sus propias leyendas y dioses aunque sabemos cómo terminó la cosa en ese sentido.

Con el pasar de los años y la fusión de los distintos pueblos que fueron llegando a los Estados Unidos, estos compañeros ancestrales empezaron a ser olvidados hasta el punto en que las nuevas divinidades comenzaron a ser fuente de veneración: los medios de comunicación, la tecnología y los mercados de valores. En definitiva, a falta de los antiguos dioses que por generaciones fueron adorados por los hombres, llegaron estos nuevos a tomar su lugar y a establecer su caprichoso reinado.

 

La trama de American Gods

La historia de American Gods se puede simplificar en una sola frase: la guerra entre los dioses antiguos contra los modernos. Lógicamente el lugar ideal para este tipo de enfrentamiento, por lo que dicta la misma historia y el presente de la humanidad no puede ser otro que los Estados Unidos.

Allí nos vamos a encontrar con Shadow Moon, un ex convicto que es liberado de la cárcel cinco días antes del final de la condena para poder asistir al funeral de Laura, su esposa, muerta en un accidente de tránsito. En el avión que lo está llevando a casa conocerá a un misterioso personaje que se hace llamar Mr. Wednesday; lo más extraño es que a pesar del poco tiempo que llevan hablando Mr. Wednesday parece saber mucho sobre la vida de Shadow quien al inicio desconfía pero, ante la insistencia de este, termina aceptando el trabajo de guardaespaldas que le propone.

Luego del funeral de su esposa, Shadow comenzará a recorrer junto a Mr. Wednesday los Estados Unidos en un trabajo de reclutamiento de antiguas divinidades que va a llevar a cabo el misterioso hombre del cual no sabe en realidad su verdadero nombre. Es un viaje en el que el mismo Shadow que, según sus propias palabras, “no cree en nada que no pueda ver” tendrá que reconsiderar su posición respecto a esta temática o internarse en un instituto psiquiátrico.

A su vez será tentado a veces de manera sutil y otras de forma literalmente brutal, por los dioses modernos para formar parte de su bando. Pero, ¿por qué una persona simple y sin ningún tipo de creencia religiosa, ni supersticiones es tan importante para los dioses? Poco a poco entenderemos la importancia de Shadow como representante de este grupo de la humanidad cada vez más amplio que no cree en nada ni en nadie.

 

La serie

American Gods es una serie fuerte, los creadores no se ahorraron desnudos completos de hombres y mujeres como tampoco escenas de extrema violencia ya sea a nivel visual como hablado. Es justo señalar esto porque obviamente puede herir susceptibilidades. De todas formas la idea que los autores de la serie quieren dejar en claro habla, justamente, de los excesos de las deidades respecto a los hombres. Siguiendo esa línea la lógica es que nos encontremos con imágenes fuertes que si bien se podrían haber hecho de una manera menos provocadora no hubiesen generado el impacto que de por sí se creó utilizándolas.

Esta primera temporada de American Gods la debemos tomar como una introducción a algo muchísimo más grande. Y esto, a mi manera de ver, abre las puertas a una serie que, valiéndonos de un juego de palabras, se puede transformar en un verdadero mito. Lo cierto es que una vez que se concluyó me quedé con ganas de ver más, mucho más, porque el final de esta primera temporada en realidad es el inicio de la historia per se. En estos ocho capítulos hemos visto la introducción de los personajes, los humanos en su contexto “normal” y los dioses en un contexto más terrenal.

Uno de los puntos fuertes es el de las historias, las pequeñas fracciones que se abstraen solo en apariencia de la trama principal de la serie y que nos van pintando a cada uno de los personajes (deidades, leyendas y humanos) que la conforman. A partir de ellas iremos conociendo, entonces, un universo que nos irá abriendo los ojos, capítulo tras capítulo.

American Gods está basado en el libro homónimo escrito por Neil Gaiman, un escritor británico que obtuvo por este libro varios premios importantes como el Bram Stoker, el Nebula y el Hugo. El libro me parece realmente bestial (en el buen sentido) y puedo afirmar  que la propuesta para la televisión es acorde con los conceptos del mismo.

La serie por otra parte posee una soberbia calidad visual y se nota que está mimada en cada detalle por sus creadores. Tus ojos literalmente van a explotar por la riqueza de lo que se te está mostrando, por los pequeños detalles que unidos forman un todo para el éxtasis.

 

El cast

La elección del cast para American Gods sigue la línea que estuve señalando, especialmente con los cuatro protagonistas principales: Ian McShane como el Mr. Wednesday… este buen señor rompe literalmente los esquemas. Tiene una expresividad en el rostro digna de destacar que lo convierten en el centro de las miradas y en un imán cuando está en la pantalla, lógicamente con un actor con este carisma es difícil poder incluir al resto del cast en esta categoría. De todas maneras, están todos en un gran nivel: Ricky Whittle le imprime a su Shadow Moon este dejo de dolor por la situación en la que se encuentra y una persistente incredulidad ante lo que está viendo. Emily Browning en su papel de Laura Moon va de menor a mayor, en parte por la antipatía que genera al inicio y una ligerísima rigidez, pero con el correr de los capítulos se va soltando llegando a conquistarnos por su interpretación en los personajes que realiza. Me ocurre casi lo mismo con Pablo Schreiber aunque lo hace siempre bien, su personaje va de menos a más. Entre ellos dos nos dan varios toques de humor que refrescan la serie que de otra manera sería absolutamente oscura.

Quiero hacer apartado especial para dos que no son protagonistas principales pero que nos dan interpretaciones de lujo: Gillian Anderson como la polifacética Media y Crispin Glover interpretando al enigmático Mr. World, líder de los dioses modernos. Ambos nos demuestran que nunca es demasiado pequeño un papel como para exaltar las dotes del buen actor.

 

Conclusión

Como vemos es una serie que nos da muchísimo desde el punto de vista del guión, interpretativo y visual pero que nos promete mucho, pero mucho más.

Hace unos años (2011) HBO puso este libro en la mira como para hacer una serie pero lo complejo de la trama y especialmente de las subtramas los hicieron desistir de la idea, por suerte en febrero de 2014 Fremantle Media adquirió los derechos del libro y en julio del mismo año se anunció que el canal de cable norteamericano Starz produciría la serie. La misma se distribuyó internacionalmente a través de Amazon Prime Video (es por eso que venía propuesto un capítulo por semana en lugar de la serie completa, como es tradición en las plataformas por streaming).

American Gods debutó en las pantallas europeas el lunes 1° de mayo y el lunes 19 de junio pudimos ver el octavo y último capítulo de la primera temporada. Ya fue anunciada la renovación para una segunda, quedando por definirse la fecha en la que estará disponible.

La primera temporada, entonces, está compuesta por 8 capítulos de 60 minutos de duración aproximadamente.

 


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