El libro
La Guerra de los Mundos tiene tras de sí una larga historia que comienza con la publicación del libro de H. G. Wells en 1898. Más de 100 años pasaron desde que el escritor inglés nos propusiera una de las obras más icónicas de la ciencia ficción de todos los tiempos.
Y recomiendo su lectura porque posee un ritmo y una prosa que inmediatamente te introduce en el centro de la acción y te hace vivir como en carne propia esta invasión marciana. Una verdadera maravilla de relato que te transporta hacia un punto sin tiempo. La tecnología, es obvio, en los poco menos de 120 años que tiene el libro ha avanzado con pasos de gigante, como los de las máquinas de la muerte de estos marcianos, pero el relato conserva toda su fuerza como si hubiese sido escrito ayer mismo. Este es el punto que más me atrae de La Guerra de los Mundos, su fácil traslado a un contexto actual sin que quede atrapado por el paso del tiempo.
Una transmisión radial que hizo historia
La temática atemporal de la obra de Wells es lo que justamente, cuarenta años después de ser publicado, impulsó a un joven de 23 años a hacer una adaptación para el formato radial. Él, director, productor y protagonista de relatos basados en obras clásicas se apoyaba en los guiones que adaptaba Howard Koch (quien luego sería coguionista de un superclásico de todos los tiempos: Casablanca).
¿Su nombre? Orson Welles, quien un 30 de octubre de 1938 llevó a la radio La Guerra de los Mundos dentro del programa Mercury Theatre on the Air que transmitía todas las semanas la CBS, y presentó la obra proponiéndola como si fuese un noticiero, que se iba intercalando con música que supuestamente provenía de una transmisión en vivo desde el Salón Meridian en el Hotel Park Plaza de Nueva York (en realidad el hotel no existía).
La narración es transportada a su tiempo (1938) y en ella los marcianos llegaban a Nueva Jersey en lugar de las afueras de Londres, lo que produjo pánico en el público que lo estaba escuchando (aunque al principio del programa habían dejado en claro que se iba a tratar de una dramatización de la obra de H.G. Wells).
La duración total de la transmisión no llegó a la hora pero las repercusiones de la misma fueron impensables, de alguna manera se comenzó a conocer el poder que podían conllevar consigo los medios masivos de comunicación.
La Guerra de los Mundos (1953)
En el año 1953 llega una película que de alguna manera va a marcar mi aproximación a esta temática, claramente no por haberla visto en los cines, yo nací casi 20 años después, pero sí por televisión, por aquellas televisiones en blanco y negro que difícilmente superaran las 21 pulgadas.
En mi niñez era toda una experiencia cada vez que el canal de turno la programaba, no me la perdía por nada del mundo. Y fue, dentro de los parámetros que puede tener un niño, un punto de referencia para mí.
La película de la Paramount estaba dirigida por Bayron Haskin y protagonizada por Gene Barry y Ann Robinson. Era una adaptación de la obra también trasladada al período del film. Viéndola hoy se le notan claramente el paso de los años y los hilos que sostenían las naves de los marcianos que de todas maneras eran espléndidas. El prototipo que en mi mente llevaron por muchos años la naves extraterrestres.
Y para mí, que amo la saga de Star Wars, en mi niñez era una forma de entender la ciencia ficción de una manera más terrenal y cotidiana. Me dejaba llevar por la obra y no me despegaba del sillón hasta que la película terminara.
El Día de la Independencia (1996)
En 1996 hubo una producción cinematográfica que claramente estaba inspirada en esta La Guerra de los Mundos de 1953 y por ende en la obra de Wells, pero más que nada en la película. Se llamó El Día de la Independencia, una versión moderna de la misma historia pero que cambiaba algunos detalles que modifican el concepto global. La salvación en esta no viene de la mano de una cierta providencia divina sino de la inteligencia humana. Ergo, el cambio de la moraleja final es radical.
La Guerra de los Mundos (2005)
Ray Ferrier es un trabajador portuario que vive en Nueva Jersey. Divorciado, de apariencia poco fiable, con una actitud pendenciera y petulante; Ray llega a la casa luego de su turno de trabajo donde lo esperan la ex mujer con sus dos hijos quienes pasarán el fin de semana con él.
La relación con los hijos no es justamente idílica, fundamentalmente por la actitud de Ray que es decididamente poco paternal. Su clara inmadurez le genera muchos momentos de tensión con los hijos que, acostumbrados a este tipo de personalidad, hacen caso omiso a lo que les dice el padre.
Luego de una siesta obligada por las doce horas de turno que acaba de concluir, Ray se despierta y no encuentra a Robbie, el mayor de sus hijos, un adolescente de 15 años que por momentos parece tener la misma personalidad del padre, claro, con 25 años menos. La cuestión es que el chico tomó “prestado” su auto para dar un paseo por el barrio.
Ray sale a buscarlo pero se encuentra con lo que cree que es una tormenta eléctrica. Vuelve sobre sus pasos para poder observar mejor este fenómeno desde el pequeño jardín que hay en la parte posterior de la casa. Lo espera la pequeña Rachel aterrada por las luces que incesantemente caen del cielo que permanece de un gris oscuro, casi negro, pero no llueve. Ray, aprovechando que esta especie de lluvia de relámpagos ha cesado sale raudo a buscar a su hijo Robbie, lo encuentra apenas baja las escaleras externas de la casa, lo reta y sigue su camino al centro de este pequeño barrio de Nueva Jersey.
En tanto, se cortó la luz y todos los aparatos dejaron de funcionar, desde los relojes pulsera hasta los autos. Algo muy raro está pasando. Apenas un par de cuadras después de dejar su casa se encuentra con un hueco en la mitad de la calle. Todos los que están por la zona, absortos, se dirigen hacia allí como si fuese un imán de personas.
Se sienten temblores, el terreno cede y el agujero se agranda de manera increíble, la gente retrocede pero no huye y del pozo que ahora tiene una dimensión enorme sale volando un auto que se había deslizado hasta el fondo y luego… aparece la primera máquina marciana, de largas patas y con una sirena que provoca terror.
Sin mediar más comienza a utilizar el rayo calórico que calcina en un instante a cada persona que toca. Los marcianos buscan matar más que destruir, la gente, en tanto huye despavorida y Ray, que en un primer momento no atina a hacer nada, reacciona y comienza a correr, mientras tanto a sus lados la gente alcanzada por el rayo se convierte en un velo de cenizas blancas que le cubrirá el cuerpo.
Ray solo piensa en llegar a su casa, tomar a sus hijos y huir, sin un plan específico en un comienzo, aunque luego el camino le dirá que lo mejor es llevarlos con su madre a Boston. En el tortuoso comenzará a ser todo lo que no fue nunca para sus hijos.
Spielberg nos brinda la mejor versión del libro de Wells
La Guerra de los Mundos es parte de lo que el mismo Steven Spielberg denominó como “trilogía de seres extraterrestres”, si bien no tienen otra cosa en común que no sea el que justamente los extraterrestres sean el centro de la historia. Las otras dos son: “Encuentros cercanos del tercer tipo” (Encuentros en la tercera fase en España) de 1977 y E.T. El Extraterrestre de 1982.
Claro que en las dos primeras partes de esta “trilogía” los extraterrestres eran simplemente geniales, un pan de Dios, en cambio en esta… El ritmo de la película no decae en ningún momento dándonos casi dos horas de pura tensión extraterrestre.
La paleta de colores apagados que tiene el film como así también el juego con las luces y sombras me parece fenomenal. Es parte del atractivo de la que es, sin dudas, la mejor versión del clásico de H.G. Wells. El guión es la invasión extraterrestre, no esperemos encontrar diálogos sheakespereanos porque no los hay.
Pero más allá de esta “ausencia” de personajes de espesor querida por el guionista o simplemente absorbida por el espectáculo visual, y de la exasperación de actitudes de algunos de estos personajes, la película me gusta mucho. Para finalizar, hay que destacar algunos homenajes al film de 1953, el que más me gustó fue el cameo de los dos protagonistas del clásico de los años ‘50. Un lindo detalle por parte de director.
La Guerra de los Mundos de Spielberg, vio la luz en el año 2005. Sus protagonistas son: Tom Cruise (Ray Ferrier), Dakota Fanning (Rachel), Justin Chatwin (Robbie), Miranda Otto (Mary Ann Ferrier) y Tim Robbins (Harlan Ogilvy).
Se la puede encontrar en el catálogo español de Netflix como así también en Amazon Prime Video.
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