Nos encontramos en el siglo XXV y Ed Mercer tiene un sueño: ser el capitán de una nave espacial. Como contraparte tiene una hermosa esposa y un matrimonio que él cree que es feliz. La cuestión es que volviendo a casa del trabajo, Ed descubre a su amada Kelly en la cama con Darulio, un extraterrestre azul.
The Orville la serie del creador de «Padre de Familia»
La vida de Ed se está desmoronando cuando un año más tarde, repentinamente, se le asigna el comando de una nave espacial de medianas dimensiones: la USS Orville. El sueño se convierte en realidad pero, siempre hay un pero, la primera oficial será justamente su ex esposa.
Por suerte para Ed pudo reclutar como uno de los pilotos de la nave a Gordon, su mejor amigo, quien lo va a sostener moralmente en esta compleja situación.
Ed se concentra entonces sobre el trabajo, el objetivo de la USS Orville es explorar el espacio, y para esto va a contar con un una tripulación variopinta entre humanos y extraterrestres.
Encontramos al segundo oficial Bortus (un Moclan, es una especie que posee solo personas del sexo masculino y cuyo método de reproducción incluye la deposición de un huevo, como si se tratase de un ave); a la teniente Alara Kitan, una joven jefe de seguridad de la especie Xelayan, proveniente del planeta Xelaya que posee una gravedad mucho más alta que en la Tierra, lo que le confiere una extraordinaria fuerza y a Isaac, un emisario de Kaylon, un planeta habitado solo por androides, que más allá de su función dentro de la nave, tiene la misión de aportar datos a su planeta para evaluar si se integran a la Unión planetaria.
Completan la tripulación dos seres humanos: John Lamarr, piloto luego convertido en jefe de ingenieros y la doctora Clair Finn, directora médica.
Como es obvio recorriendo la serie iremos conociendo en profundidad a cada uno de los personajes, quienes tendrán sus respectivos capítulos dedicados.
La estructura de los mismos generalmente envuelve dos tramas que pueden, o no, cruzarse. Debo decir que de todas formas los autores privilegian determinados personajes como en el caso de Bortus, que probablemente es uno de los que están mejor logrados.
Cuando se comienza a ver la serie queda en claro que el tris protagonista de “Star Trek” (Kirck, Spock y McCoy) se reproduce, pero con dinámicas que si bien al inicio parecen calcadas, luego irán mutando generando una mitología propia.
Debo confesar que cuando supe del proyecto de The Orville, y que detrás del mismo estaba Seth MacFarlane, me hice una idea sobre cómo podría desarrollarse la serie, porque si algo podemos decir de MacFarlane es que sus productos son consistentes respecto a un tipo de humor crudo y, sin dudas, llano. Debo decir que si bien es un tipo de aproximación que no me disgusta, también cuenta con la contra de que satura con relativa velocidad (es por eso que generalmente veo tres o cuatro episodios de “Padre de familia” para luego tomarme una pausa).
La premisa, entonces, estaba viciada de este condimento. La serie, de hecho, comenzó con este tipo de aproximación a un humor bastante explícito. Es así que especialmente el capítulo piloto fluctúa entre elementos de este humor crudo y otros más interesantes.
Pero a medida que se fue asentando la serie, el humor fue cambiando hacia uno más seco, menos invasivo, claramente más cercano al de la original, y conforme los capítulos avanzaban cada vez me convencía más.
Ahora bien, uno de los elementos más cautivantes de The Orville es que aún siendo una serie que deriva de “Star Trek”, con un toque de “La dimensión desconocida” (1959-1964), no se autoimpone los límites o reglas que siguieron las series derivadas y con el nombre de la franquicia.
The Orville es una serie que establece sus propios límites, y toma de “Star Trek” solo aquello que es indispensable para poder replicar el concepto de universo generado por la serie creada por Gene Rodenberry.
Claramente la palabra plagio ronda siempre que se toman determinados riesgos cuando se intenta homenajear un producto. Sin embargo, desde mi punto de vista, en este caso se trata de un producto lo suficientemente personal como para erradicar la posibilidad de que se trate de eso.
En lo que respecta a los escenarios, el maquillaje y los efectos especiales, nos encontramos seguramente con un producto absolutamente logrado, y se ve que está realizado con cariño; por ejemplo en los primeros episodios, los protagonistas tocaban los botones de la mesa de control sin que hubiese ninguna respuesta visual, quedando claramente grotesco, luego enmendaron este error dándole mucha más credibilidad a los movimientos. Seguramente esto implicó una inversión de dinero pero el resultado lo vale.
Ahora, dentro de un panorama general que terminó convenciéndome, The Orville tiene algún que otro problema: el posicionamiento de las mujeres en un plano central me parece loable, y lo aplaudo, sin embargo retomar una y otra vez esta temática resulta aburrido, más allá de las contradicciones en las que al fin de cuentas termina cayendo la serie.
Otro elemento que a cierto punto también cansa es el buenismo, especialmente el del capitán, quien es más bueno que el pan integral; esto lamentablemente se repite bastante en la serie lo que, sin lugar a dudas, le quita tridimensionalidad a los personajes. (Lo irónico es que ni siquiera en la serie original Kirk es tan bueno, de hecho se enoja bastante seguido si no se le responde inmediatamente.)
Amada y odiada en igual medida
Seguramente Seth MacFarlane sabía que el producto que quería llevar adelante, una parodia ligera de “Star Trek”, iba a generar polémica, porque simplemente es muy difícil poder plantarse con una sutil ironía si la franquicia de referencia es una de las más amadas de siempre. Para esto buscó el asesoramiento de nada menos que Jon Favreau.
Es por eso que irónicamente la serie tuvo mucho más suceso entre el público general que con la crítica. Hay elementos, sin embargo, que dan la razón a una u otra posición. Y esto parte desde la misma concepción de la serie y su posterior desarrollo que decididamente varió con el correr de los episodios.
Digamos que se partía del concepto de una comedia espacial en absoluta línea con la muy lograda “Galaxy Quest” (1999), por lo que las premisas eran muy alentadoras. Ahora, ¿qué pasó finalmente? Este concepto se pudo mantener por algunos capítulos para dar paso a lo que se reveló, al menos para mis ojos, en algo más interesante.
Las parodias ineludiblemente se van transformando a sí mismas para recalar en el absurdo, por suerte aquí MacFarlane dio un golpe de timón y lo acercó a un amoroso homenaje que, como claro fan, hace a la serie original de “Star Trek”, esto en realidad fue una sorpresa porque no es algo que hayamos visto anteriormente en el repertorio del creador de “Padre de familia” quien de hecho se ha hecho rico y famoso con un humor que es todo lo contrario a la sutileza.
Entonces, sin abandonar una aproximación más distendida, la serie fue desarrollando sus propios contenidos, siempre teniendo como referencia “Star Trek”.
Es así que los críticos fueron excesivamente virulentos con la serie, de hecho no le perdonan a MacFarlane este cambio de reglas a mitad de camino. No toleraban la mezcla de contenidos divertidos con temáticas más serias. El producto, en definitiva era demasiado similar al original y esto era decididamente bochornoso.
A pesar de todo, cuando el programa se estrenó fue un éxito. De hecho esta diferencia no pasó inadvertida para el elenco de la serie; por ejemplo Peter Macon (Bortus en la serie), lo comparó con el voto popular y el colegio electoral.
Por otra parte era bastante claro que The Orville iba a tener un camino difícil con la crítica porque simplemente va en la dirección contraria a lo que es la televisión moderna. Es una serie que plantea historias autoconclusivas, y no plantea ningún objetivo que intente alcanzar. Digamos que si una serie no plantea una idea de fondo, una columna vertebral o un arco temático que defina sus objetivos, la calidad podría resentirse. De hecho esto hace que, efectivamente, haya vaivenes lógicos en el contenido. Es decir, como en toda serie, hay capítulos mejores y peores.
Ciencia ficción que entusiasma
The Orville combina la comedia, el drama, el romance y la ciencia ficción, de manera análoga a la serie de los años ‘60. En un tiempo en el cual la tendencia es focalizar sobre una determinada temática, una serie que posee esta clase de amplitud (que podemos reconducir no solo a la misma “Star Trek” sino a las series de la época) aporta una inesperada cuota de frescura nostálgica que, además, se amplía con otros contenidos no necesariamente relacionados con la serie protagonizada por William Shatner y Leonard Nimoy.
La estrategia de la serie, entonces, es ambiciosa y arriesgada al mismo tiempo, pero justamente creo que en el diferenciarse con los productos actuales es donde The Orville acierta.
Por sus características, la serie se acerca mucho más a un público maduro y especialmente a quien ama las aventuras del capitán Kirk y su tripulación del Enterprise. Se trata de una serie de ciencia ficción que está generando su propia mitología, que es divertida, que se mueve con fluidez y que, en definitiva, es capaz de entretener, sacarnos una sonrisa y hacernos reflexionar, pero fundamentalmente que juega con el efecto nostálgico que es la base de su estructura.
Claramente estos elementos que acabo de mencionar nos aclaran por qué no creo que sea una serie que todos puedan disfrutar de la misma manera.
Los protagonistas son: Seth MacFarlane (“Padre de Familia”, “Ted”) como el Capitán Ed Mercer, Adrianne Palicki (“John Wick”, “G.I. Joe: Retaliation”) como la Comandante Kelly Grason, Penny Johnson Jerald (“24”, “Star Treck: Deep Space Nine” -serie TV 1993/1999) como la Dra. Clair Finn, Scott Grimes (“American Dad!”, “NCIS: Los Ángeles -serie de TV-) como el Teniente Gordon Malloy, Peter Macon (“Dexter”, “NCIS: Naval Criminal Investigative Service” -serie de TV-) como el Teniente Comandante Bortus, J. Lee (“The Lion King” -2019-, “aTypical Wednesday”) como el Teniente Comandante John LaMarr, Mark Jackson (“Peppermint”, “The Royal Today” -serie de TV-) como Isaac, Halston Sage (“Prodigal Son” -serie de TV-, “Dark Phoenix”) como la Teniente Alara Kitan y Jessica Szohr (“Clover”, “Shameless” -serie de TV-) como la Teniente Talla Keyali, entre otros.
Además de Seth MacFarlane, entre los guionistas encontramos a: André Bormanis (“Cosmos: Possible Worlds” -miniserie de TV-, “Star Trek: Insurrection”) y Brannon Braga (“Books of Blood”, “Cosmos: Possible Worlds” -miniserie de TV-).
Y entre los directores: Jon Favreau (“Iron Man”. “Chef”) y el mismo Seth MacFarlane, quien también escribió (con o sin colaboración) todos los capítulos.
La serie cuenta con dos temporadas de 12 y 14 capítulos, de 45 minutos aproximadamente y se estrenó por FOX el 10 de septiembre de 2017.