Llegan los Premios Oscar 2023. Finalmente y luego de tres largos años marcados por la pandemia se vuelve a la normalidad en el ámbito cinematográfico. Teniendo claro que las secuelas que ha dejado en el negocio del cine no están cicatrizadas y estamos aún lejos de las afluencias a las salas cinematográficas de fines del 2019.
Un número que igualmente sin la tragedia del COVID se encontraba en neta caída. La pregunta que nos hacemos es si este conjunto de elementos ha influido en la calidad del contenido. La tendencia era en ese momento y continúa siéndolo, apuntar sobre los grandes blockbusters en detrimento de un cine de calidad interpretativa y argumental.
Estas diez películas que nos señala la industria estadounidense tiene en consideración este hecho y coloca dos super reinas de recaudación entre las nominadas a mejor film del año. Habiendo tantas candidatas uno no puede sorprenderse sobre esta elección, y desde ya que se pueden comprender las motivaciones detrás de estas nominaciones.
Cabe mencionar el corte bastante neto que se dio al cine que viene directamente del streaming, lo que marca ciertamente el fin de la era pandémica pero también una tendencia que iba más allá de la imposibilidad de ir a las salas cinematográficas.
Digamos que de no ser por la extraordinaria “Sin novedad en el frente”, el streaming estaría ausente de las nominaciones a mejor película.
¿Cambio de tendencia o solo un evento circunstancial? Esto en realidad lo veremos con el pasar del tiempo y de las próximas entregas. Sin embargo podemos ver con buenos ojos el intento de separar las aguas de un streaming que se centra casi exclusivamente en las series.
Pasamos a las nominadas:
Sin novedad en el frente
Nos ubicamos en Alemania durante el período de la Gran Guerra. Paul Bäumer es un estudiante adolescente que, junto a sus compañeros de escuela se puede decir que es fuertemente influenciado por la retórica nacionalista de la que forma parte la escuela y se enrola en el ejército alemán.
La promesa vacía de sustento dicta que marcharán en un par de semanas a París, pero es una idea que va a chocar de frente con la absoluta barbarie del frente franco-alemán, inmovilizado durante años en una extenuante guerra de trincheras que se convertirá en el símbolo de la Primera Guerra Mundial.
Es suficiente ver los primeros minutos del film como para comprender, entre el barro de la primera línea, las carreras suicidas, el terror en los ojos de los soldados y la imprevista ferocidad como única arma para sobrevivir, lo estúpida, brutal y trágicamente inútil que es la guerra.
Erich Maria Remarque escribió la novela, en gran parte autobiográfica, durante los años ‘20 del siglo pasado. Es una testimonianza antibélica que de alguna manera se convirtió en el símbolo de una generación derrotada, humillada y con un gran número de jóvenes que murieron combatiendo.
Sin novedad en el frente fue publicado en Alemania en 1928 transformándose en un bestseller mundial; como no podía ser de otra manera, fue prohibido por los nazis y quemado entre otras publicaciones en las tristemente famosas quemas de libros iniciadas en 1933 por parte del régimen nacionalsocialista. Remarque obviamente tuvo que emigrar a Suiza.
La obra llegó por primera vez a la pantalla grande en 1930, a partir del éxito del libro. A casi cien años nos llega una nueva versión (en realidad hubo una segunda en 1979, una película para la televisión), dirigida por Edward Berger que decide alejarse del texto original con un guión que no solo toca las temáticas de trinchera sino que aborda los sucesos políticos que determinaron el final del conflicto.
Si bien este agregado le aporta una perspectiva nueva al material, lo hace alejándose claramente de lo que era la idea del autor. Poder entonces amalgamar lo que es la historia de trincheras con la trama política era un desafío para el director que solventó con creces.
La película se va haciendo más sólida conforme avanzan los minutos. Con un conjunto de personajes que van evolucionando a distintos ritmos (un acierto por parte de los realizadores). A un guión sólido y a partir de también sólidas interpretaciones se debe agregar una banda sonora que aporta un verdadero tono de angustia que se traslada hacia el espectador.
Sin dudas, Sin novedad en el frente es una de las películas con serias chances de llevarse una buena cantidad de premios en la noche de los Oscar.
Almas en pena de Inisherin (Los espíritus de la isla en América Latina)
El título original de Almas en pena de Inisherin es The Banshees of Inisherin, las banshees son criaturas espirituales del folklore irlandés, en tanto Inisherin es una pequeña isla ficticia, obviamente en Irlanda, donde se desarrolla la historia. Hago mención de esto porque es más acertado el título Los espíritus de la isla aunque sea más descriptivo Almas en pena de Inisherin.
La historia de esta comedia negra de tonos pausados, que se acomodan a la personalidad de su protagonista, se desarrolla en 1923, cuando se estaba concluyendo la guerra civil irlandesa que llevó a la creación del Estado Libre Irlandés lo que posteriormente y luego de décadas derivaría en la actual República de Irlanda.
En el centro de la acción nos encontramos con la amistad de una vida juntos entre Pádraic Súilleabháin y Colm Doherty, que se interrumpe repentinamente cuando este último decide que es tiempo de ocuparse de sus propios asuntos, porque al fin de cuentas la vida es breve y siente que no ha hecho nada importante con la suya.
Colm es un hombre tosco, bastante mayor que Pádraic, un violinista frustrado que intenta componer algo que quede en el tiempo, busca la inmortalidad a partir de una sola obra y es por eso que siente que no puede seguir desperdiciando el tiempo con una persona aburrida y de pocas luces como Pádraic.
Este último, efectivamente es un hombre simple y bueno, pero sin ambiciones. Un factor que ahora lo separa de su viejo compañero. Por lo que se encuentra absolutamente desorientado porque no es capaz de comprender las motivaciones, del que aún considera su amigo, para no querer tener ningún tipo de relación con él.
Los habitantes de la pequeña isla que oyen todos los días los combates del otro lado del mar, quedan perplejos por la decisión extrema de Colm que, exasperado ante la insistencia de restablecer la relación por parte de Pádraic, lo amenaza con cortarse los dedos de las manos.
La película se establece como una amplia visión de los resultados de una guerra que se encuentra solo en el horizonte y como fondo de la isla, entre el descontento del personaje de Colm que representa la inestabilidad y el ímpetu revolucionario del IRA ante un nuevo gobierno irlandés separado solo geográficamente del Reino Unido y la falta de dinámica de Pádraic que representa a un neo gobierno irlandés continuista.
No hay reconciliación posible. Cada uno de los protagonistas está tan comprometido con su propio punto de vista que es incapaz de comprender al otro. A este panorama se suman Siobhán, la hermana de Pádraic, con la cual condividen la casa casi como si se tratase de un matrimonio y Dominic, el tonto del pueblo, que de una manera u otra abandonarán a Pádraic, sin que éste tampoco, en este caso, comprenda las motivaciones dejándolo más solo que nunca.
La película es una fotografía de un momento específico de la historia irlandesa sin una toma de posición por parte del director y nos muestra una tristeza intrínseca del momento y de sus protagonistas que de alguna manera está ligada a la isla y sus banshees.
Cada uno de los personajes representa estos espíritus de una isla que se transforma en la metáfora de una nación con fuertes contradicciones y con una guerra que siempre está como telón de fondo pero que nunca forma parte de la vida misma del archipiélago.
El film entonces va mutando de comedia negra a drama social siendo éste el mayor logro del director Martin McDonagh.
Avatar: El sentido del agua
Volvemos a Pandora, 13 años más tarde, ¿hacía falta? La película original propuso desde el aspecto técnico una enorme cantidad de innovaciones que la colocaron a la vanguardia en varios aspectos (3D Fusion Camera, Simul Camera, Virtual Camera); en fin, todo este conjunto de avances técnicos le dieron a la película un aspecto visual que además jugaba con la idea de un regreso a la simplicidad, a una naturaleza que siendo digital parecía en pantalla más viva que nunca.
Claramente nunca se trató de una obra de gran profundidad, el film usaba y abusaba de una crítica descontada y superficial contra el militarismo, contra la política exterior estadounidense post 11 de septiembre y, desde ya, una reflexión sobre nuestro estatus como internautas y la vida digital que más o menos todos llevamos, a partir del mismo título del film. Muchas palabras para un argumento que nunca pasó de la superficialidad.
Digamos que Avatar: El sentido del agua recorre casi de manera calcada las huellas del primer capítulo, con tramas que son absolutamente equivalentes: tenemos a Pandora donde la paz y la armonía reinan hasta que vuelven los hombres ambiciosos, despiadados y vengativos a imponer nuevamente el caos.
Tenemos también la extracción de Tulkun en lugar del Unobtainium como para completar un panorama idéntico. Eso sí, uno de los aspectos más interesantes que era esta dualidad hombre-Na’Vi a partir de personajes trasladados cerebralmente a su avatar (uno de los aciertos y fundamento del título del film) fue sorpresivamente eliminada o quedó en un plano muy secundario.
El grave problema de Avatar: El sentido del agua es intentar basar todo el contenido en el aspecto visual en lugar de desarrollar una trama válida por sí misma. Y si bien es cierto que esta magnificencia técnica es palpable, a 13 años vista del primer film, debo decir que en su momento me impactó más técnicamente la película de 2009. Es decir, lógicamente el avance es evidente en pantalla, pero no presupone un cambio impactante respecto a otros productos que hayamos visto en este último par de años.
Nos encontramos nuevamente con el contraste entre la naturaleza y la tecnología que en cierto punto se vuelve repetitivo, y claro, cuando uno no innova lo suficiente y se echa una película de tres horas lo más lógico es provocar algún que otro bostezo en la platea.
Pero tampoco podemos pedirle peras al olmo, Cameron nunca brilló por su capacidad de generar personajes tridimensionales y creíbles, siempre eligió la tangente del prototipo de héroe o heroína sin profundizar en los aspectos que podían ser más interesantes de los personajes. De alguna manera es esta banalización lo que al fin de cuentas nos aleja de una trama y unos personajes que no terminan de cerrar.
En definitiva, el problema de la película no es solo que se trate de una trama banal y poco desarrollada, sino que además es idéntica a la del film original. Me pregunto si con 13 años de preparación no se podía hacer, desde lo argumental, algo más profundo… o al menos distinto.
Elvis
¿Cómo se puede contar la vida de un verdadero mito moderno? No es sencillo porque lógicamente hay una relación entre el público y el personaje que va más allá de cuestiones generacionales, de coincidencia temporal o de una condivisión de gustos o estilos. La relación entre un mito y la gente es visceral, es profunda y queda arraigada porque se traslada de generación en generación.
Baz Luhrmann nos hace recorrer la historia de Elvis Presley desde la infancia hasta su prematura muerte a través de su histórico y polémico manager, el coronel Tom Parker. Y lo hace tratando al mito como en general se espera que se trate a un mito, es decir, sin mancha alguna. Esto no quiere decir que Elvis haya sido un ser de luz perfecto y puro, pero la visión que Luhrmann nos trae es muy cercana a esto, y lo hace de manera consciente, sabiendo que así puede en cierta manera generar una realidad alternativa.
Para esto eligió el chivo expiatorio más evidente dentro de la vida del Rey y sin disfrazar la cosa puso en la boca del coronel una frase que luego tendrá su confirmación con el desarrollo del film: “Hay personas que quieren hacerme ver como el malo de esta historia”, y es desde esta óptica que la película nos acompaña a través de la particular relación entre Elvis y Parker que llevó a este joven y talentoso cantante de Memphis a cambiar para siempre la historia de la música.
La esencia de la película se centra, como no podía ser de otra manera, en este Elvis que vemos desde las primeras escenas como un ser enigmático y ligeramente oscuro, casi inalcanzable, rodeado de un halo de misterio que oculta las contradicciones de su vida que lo acompañan ya de pequeño.
Voz, cuerpo y alma explotan en un triángulo de sensualidad y de ritmo que encuentran su punto exacto de expresión a través de sus célebres movimientos, con su baile prohibido que excita particularmente al público femenino y escandaliza a la clásica hipocresía estadounidense.
Nos ubicamos en los años ‘50, un período particularmente marcado en los Estados Unidos por la segregación racial, por un concepto puritano de la vida, por un tipo de expresión musical que no podía tolerar los movimientos de ese joven que cantaba la música de los afroamericanos.
Desde el aspecto visual, la película es un clásico producto de Baz Luhrmann, que encontró su punto más alto en Moulin Rouge. Y esto le calza a la perfección a un film que utiliza un montaje frenético entre flashbacks, divisiones de pantalla, luces que inundan el lugar donde lo estemos viendo y canciones… tantas de un vasto número de géneros musicales, utilizando inclusive música contemporánea.
Esto no sería posible sin un Elvis que debía ser perfecto en pantalla, y de hecho Austin Butler lo hace de maravilla, no solo porque hay un parecido físico, especialmente en el Elvis de los primeros años, que en momentos nos hizo pensar que el verdadero rey había vuelto, sino porque logra exprimir la esencia, la pureza y la sensualidad de Presley.
En un período en el que se ha puesto de moda llevar al cine la vida de grandes cantantes, el mito de Elvis no podía faltar y, por suerte, está acompañado por un film sólido.
Todo a la vez en todas partes
Todo a la vez en todas partes es la segunda obra de los Daniels (en este caso no se trata de dos hermanos sino de dos amigos con el mismo nombre) que en 2016 habían dirigido la acertada Swiss Army Man (2016) protagonizada por Daniel Radcliffe y Paul Dano. Se trata de un proyecto independiente que ha tenido un éxito notable, especialmente en los Estados Unidos.
Evelyn Wang lleva una vida mediocre, es dueña de una lavandería que está a punto de quebrar, convive con su padre, un anciano que no tiene todas las luces encendidas, un marido carente de personalidad que además está a punto de pedirle el divorcio y una hija rebelde que busca un lugar en el mundo.
Para completar el panorama, es perseguida por la agencia de impuestos y en especial por Deirdre Beaubeirdre, una empleada que ejerce una gran presión en una familia a punto de desmoronarse.
¿Planteamiento para un film dramático existencial? Bueno, sí y no. Evelyn Wang va a descubrir que es la única persona capaz de salvar el multiverso que corre peligro por un ente monstruoso que está decidido a borrar “todos los mundos posibles”, una especie de Thanos pero sin el presupuesto de la MCU (Marvel Cinematic Universe).
Todo a la vez en todas partes hace suyo el concepto de multiverso (término en el que nos hemos empapado en los últimos lustros, usado tantísimo en los cómics de superhéroes) y de alguna manera lo redefine.
Es así que utilizando los elementos conceptuales de base, nos transporta de manera divertida y original a “todos los universos posibles”. Obviamente, el mismo concepto del multiverso tomado de esta manera se convierte en una verdadera caja de Pandora en la cual el límite es solamente la imaginación de los autores.
Lógicamente encontraremos la llave de acceso a la comprensión de este multiverso dentro de un film que además juega con el concepto de combates de artes marciales a lo Bruce Lee mezclado con la posibilidad de adquirir instantáneamente conocimientos al mejor estilo de Matrix.
Es así que Evelyn va a tomar muy seriamente su condición de “última esperanza” de un multiverso que está muy cerca de ser destruido. Y de esta forma veremos de todo en las más de dos horas de un film fresco, lleno de momentos divertidos y en algunos casos memorables.
Seguramente la palabra que mejor define “Todo a la vez en todas partes” es frenético. Y será Evelyn la que deberá salvar su propio mundo para salvar el de los demás, porque en definitiva, se trata del propio universo que cada uno de nosotros crea alrededor de sí mismo. Tal vez, ¿quién puede afirmar lo contrario? en algún punto de nuestra vida nos encontremos ante la posibilidad de salvar nuestro propio multiverso y como nos muestra el film para eso no será necesario tener superpoderes o ser un genio multimillonario.
Ellas hablan
El film está basado en la novela homónima de Miriam Toews que cuenta la historia real (que aconteció en Bolivia, en la película transportada a los Estados Unidos) de una comunidad de menonitas que vive aislada como si se tratase de inicios del siglo XIX y cuyas mujeres son constantemente violadas por los hombres de la misma comunidad luego de drogarlas. Además, como para cerrar el círculo del horror, les hacen creer que esto es obra del diablo o de la locura.
Habiendo atrapado a uno de los criminales y en previsión de una pena leve, un grupo de estas mujeres se reúnen en un granero para decidir qué es lo que van a hacer de sus vidas. ¿Quedarse a combatir una guerra perdida de partida o irse afrontando un mundo que les es absolutamente desconocido?
Si bien la propuesta de partida es atrapante, el desarrollo y la aproximación a la historia no tanto; la película es absolutamente teatral y esto más allá de quitar el dinamismo típico del cine va en contraposición con la credibilidad de los personajes. ¿Por qué? Porque se trata de una comunidad, que salvo contadas excepciones, relega a las mujeres al ostracismo, al analfabetismo, a no poder confrontar con el mundo exterior sus propias experiencias de vida.
Nos encontramos con un grupo de actrices de gran nivel que son capaces de mostrar el propio dolor y el de la colectividad a la que pertenecen pero a partir de diálogos que, justamente, son muy elaborados y que, siento decirlo, no representan a un grupo de personas que no están instruidas en lo absoluto.
Es acertado el concepto de una conciencia común y el anhelo de una vida mejor que empuja a las protagonistas a intentar un cambio radical en sus vidas, pero la construcción del film falla en el estilo de narración elegido.
Lógicamente, cuando la directora elige un estilo que la limita al nivel de credibilidad, hace agua al intentar llegar a lo profundo y trágico de la historia, generando un recorrido que se demuestra frío y por momentos alejado de la tragedia que busca contar.
TÁR
Lydia Tár lo ha conseguido prácticamente todo en su exitosa carrera, renombrada y estimada directora de la Filarmónica de Berlín, compositora de bandas sonoras que han recibido el Oscar, ganadora de Grammys…
Todo en la concepción de vida que tiene Lydia está sólidamente unido, probablemente está en el ápice de su trayectoria y es en este momento en el que la carrera y la vida privada de la directora implosionan cuando es incapaz de controlar su temperamento y su petulancia.
La película inicia con una entrevista a Tár en la que llega al punto más alto de su arrogancia, rodeada de admiradores con los ojos abiertos de par en par por la emoción; el tono de la entrevista de hecho es tan pretencioso, condescendiente y terriblemente banal que por un momento pensé que podría transformarse en una verdadera sátira feroz, pero esto fue algo que lamentablemente no se concretó dentro del film, porque en realidad nunca fue la intención del director.
Veremos entonces la fase descendente de una parábola que había llevado a la protagonista de la historia a la cumbre, a la consideración y al aprecio general por su genio, éste es un mal de los tiempos modernos: encumbrar y catalogar de genio a cualquier ser viviente que haya obtenido cierto éxito. La devaluación de la palabra es el trampolín para que estos “genios” crean realmente serlo, alimentando su ego de manera desmedida.
Si a esto se le suma un trato despótico hacia las personas que la rodean obtenemos un personaje que resulta del todo antipático para quien intenta adentrarse en la historia. No descarto que la falta de una mínima empatía con la protagonista influya en cierta manera en la visión general del film.
Lo cierto es que en su caída Lydia va a arrastrar todo lo que ha conseguido en su carrera, sin embargo ni siquiera morder el polvo de la desaprobación y la desesperación va a hacer que pierda su concepción de vida vista desde lo alto y dominadora de todo lo que está por debajo.
En realidad, el problema de Tár no es la escasa empatía que genera la protagonista (Cate Blanchet por cierto lo hace maravillosamente), la verdadera dificultad del film es que, como la misma protagonista, resulta snob.
Tár es el claro ejemplo de un tipo de cine de autor que se recrea en sí mismo, en su clase, en sus tonos neutros, en su firme convicción de estar más allá del bien y del mal, y hasta en el momento de la historia de la protagonista en el que se asoma el film se nota un aire presumido. Tal vez contando con una breve síntesis, los logros de la protagonista (no a través de una entrevista que solo los elenca) hubiese generado algo de interés por el personaje, pero el director eligió otro camino.
Es normal que esté nominada porque va dirigida esencialmente a un público cinéfilo que aplaude con las orejas un cine para minorías tan snob como puede ser una publicidad de autos de lujo o una de perfumes de alto precio que, por otra parte, desprecian por razones similares a las que aman este tipo de película.
Top Gun: Maverick
Pasaron la friolera de 36 años desde la película original (me niego a llamarla primera parte, porque nunca fue pensada como una saga de películas). Más de tres décadas del estreno de la película dirigida por el desaparecido Tony Scott que terminó de consolidar la carrera ascendente de Tom Cruise.
36 años y salvo pequeños detalles no ha cambiado nada en absoluto, escenas de combate aéreo espectaculares en un film centrado en la figura de su protagonista, excelente música y un argumento endeble que alguien me tendrá que explicar, con tanto de gráficos incluidos, por qué está nominado al Oscar a mejor guión adaptado.
El proyecto para volver a traer a la pantalla grande a Cruise y los jet de combate, comenzó en realidad en 2010 cuando Paramount Pictures le ofreció al director Tony Scott y al productor Jerry Bruckheimer realizar una segunda película (siempre con el bueno de Tom en el papel de Pete “Maverick” Mitchell).
La idea de Scott se basaba en una historia que se iba a concentrar en el final de los combates aéreos y en el rol de los drones en la guerra aérea moderna. Sin embargo, su suicidio en 2012 terminó dejando el proyecto solamente en las manos de Bruckheimer que viendo el interés de Cruise y Val Kilmer continuó empujándolo. Es así que en 2017 se anunció con bombos y platillos esta Top Gun: Maverick que desecha la idea del director de la película de 1986 para tomar un camino muy común en Hollywood: repetir exactamente una fórmula que tuvo éxito.
Para no defraudar a una platea fervorosa de tiempos pasados y dejar en claro cómo se desarrollará. el film comienza de la misma manera que el original: la música “Top Gun Anthem” a la que sigue “Danger Zone” de Kenny Loggins.
Ahora, esta nominación a mejor película no me toma por sorpresa por dos razones: la primera es el efecto nostálgico de los ochenta que estamos viviendo desde hace algunos años y potenciado en este caso por un actor como Cruise proveniente de esa década y que ha forjado su carrera en las más sólidas bases hollywoodenses, el segundo es que se trata de una película que si bien está casi calcada a la original no defrauda en su planteamiento (y a diferencia de la secuela de Avatar no finge buscar una cierta profundidad, en esencia te da lo que vas a buscar).
Aclaro, no es mejor que la película de 1986, no podría serlo de ninguna manera visto que se apoya de manera evidente en la historia original, sin embargo es una muy buena segunda parte, pletórica de escenas espectaculares y con una trama que convierte en virtud su conexión con el film del que funciona como secuela.
Con esto consigue dos cosas: tener atrapados a los fanáticos (que son tantos) de Top Gun y hacerse un hueco en las nuevas generaciones que, por otra parte y como dije precedentemente, miran los “fabulosos años ‘80″ desde una lógica de nostalgia por algo que no han vivido.
Fotografía, efectos visuales al máximo nivel, sonido y edición son de lo mejor del año, tal vez por esto no es descabellado colocarla entre las 10 mejores del 2022.
El triángulo de la tristeza
El triángulo de la tristeza es para los cirujanos plásticos el espacio que se forma entre las cejas y la base de la nariz. El título de la película surge de un comentario que un cirujano plástico y conocido del director Ruben Östlund le hizo en una cena. Su triángulo de la tristeza era profundo pero lo podían solucionar con botox…
Cuando la superficialidad le deja paso a una sátira grotesca, el punto de partida para una obra interesante está dado. Será la pericia del director a establecer si el desarrollo es acorde con la idea inicial. En el caso de El triángulo de la tristeza el resultado está a las alturas de las expectativas.
La película se presenta en tres capítulos en los cuales tenemos a los dos protagonistas, Carl y Yaya, como puntos de referencia. Él es un modelo inseguro, joven pero no tanto para el estándar de la profesión (su triángulo de la tristeza lo evidencia). Ella, por su parte, es una influencer con cierto éxito.
Son una pareja que, especialmente por parte de ella, está unida por el interés de aumentar los followers en Instagram y otras redes sociales.
El director hace foco en esta relación ficticia y plástica entre Carl y Yaya para establecer una sátira social de los tiempos que corren, esta era superficial de “influencer” (catastrófico término y peor concepto) que nos muestra el vacío intelectual desde el que parte y nos hace temer por los cientos de miles de mentes vacías que los siguen. Por su parte, este estatus permite a sus portadores una ostentación y una ilógica inserción dentro de clases sociales a las que no pertenecen.
En estos tres capítulos que metafóricamente componen este triángulo de la tristeza que nos propone Östlund vemos la presentación de la pareja con miserias incluidas. Una segunda parte ambientada en un crucero de lujo para magnates, un segmento estrepitoso que nos conduce a un tercer acto, llamado “La Isla” en el que se produce una inversión social que es la cereza en este postre.
Seguramente el segundo acto en este crucero de lujo es el punto central de la historia, una verdadera locura formada por personalidades excéntricas en las que no se llega a distinguir entre cada persona y la caricatura que se ha creado en torno a sí misma. Y dentro de este conjunto selvático de egos absurdos nos encontramos con un personaje que siendo también él mismo una caricatura va en sentido contrario al resto, el capitán Thomas Smith, un convencido marxista al mando de un crucero de lujo lleno de ricachones pagados de sí mismos.
No iremos más allá para no arruinar la experiencia de quien se quiera “gozar” este viaje tan particular, sin embargo me pareció extraordinario un mensaje que nos deja la película que dice que en el momento de la necesidad las dinámicas del poder se giran hacia quien hace respecto a quien aparenta.
Los Fabelman
Amor incondicional por el cine. Ese es el concepto sobre el que Steven Spielberg, un genio (lo es realmente, nada de palabra devaluada en su caso) cada vez más introspectivo y autorreferencial, nos plantea en esta película, que desde el principio hasta el maravilloso final es una oda al cine que se inspira en la vida del director.
El inicio del idilio entre Sammy, el protagonista del film, y el cine comienza como el de todos los que amamos el séptimo arte, con nuestra primera vez en una sala cinematográfica. En este caso, la ocasión es el estreno de El espectáculo más grande del mundo (El mayor espectáculo del mundo en España), una de esas películas que en casa amábamos ver en la televisión y que tuvo su estreno en la salas cinematográficas en 1952 cuando Spielberg tenía cinco años.
A partir de allí, las experiencias personales del director y la trama se van entremezclando, como el hecho real de su primer film realizado con una cámara de 8 mm y basado en un tren a escala al que la madre le sugirió filmar para poder ver la escena cuantas veces quisiera.
En realidad, todas las películas que gira Sammy en Los Fabelman son las mismas realizadas por Spielberg durante su infancia y adolescencia, incluyendo el mediometraje bélico Escape to Nowhere del que podemos ver el detrás de escena en la película.
Lo cierto es que este amor por el cine, como concepto, como fuente de diversión y de comunicación es lo que siempre ha impulsado a Spielberg, no solo a crear películas maravillosas sino también a producirlas, participar sin créditos o directamente cofundar un Estudio cinematográfico como Dreamworks.
Y esta pasión que lo impulsó durante toda su vida y a la que le fue imposible renunciar es la misma que remarca su tío Boris, un artista de circo también en la realidad.
Pero más allá de lo anecdótico de la autobiografía Los Fabelman es mucho más, a partir de una dirección madura y sin fisuras, también hace hincapié en los momentos oscuros del protagonista, víctima del acoso en la escuela por energúmenos que lo segregaban por su condición de judío. Hay justamente un plano secuencia fantástico en el que Sammy intenta huir de este grupo de inadaptados que lo rodean. Estos son momentos de la vida que van a delinear la personalidad de las personas y que le permiten a Sammy/Steven crecer ante la adversidad.
El film nos marca cómo Spielberg/Sammy Fabelman es la combinación entre un padre muy trabajador y obsesionado con la tecnología, conocedor de los medios que le pueden servir al hijo para filmar y editar, y una madre que a pesar de sus demonios internos es capaz de transmitirle la pasión por el arte y fundamentalmente a perseguir los propios sueños, aunque vayan en contradicción con los cánones establecidos.
Creo con sinceridad, aunque desde un juicio que no puede ser del todo objetivo porque Spielberg para mí es el sinónimo de todo lo que amo del cine, que sería un gran acto de injusticia si en la gala del 13 de marzo Los Fabelman, una película que es un homenaje a todo lo bello que puede transmitirnos el cine, no se llevara por parte de la industria que lo representa los premios a mejor director y película.